Raúl Sinencio Chávez

La conquista reduce a cenizas los códices mesoamericanos y la sabiduría que atesoraban. Del fuego pocos logran salvarse. Le bastan a Jorge Yapur Sherife para relanzar su originalidad plástica en conjuntos vinculados por conceptualizaciones de fondo: Los Códices del huastequismo.

CARGA

Escribas de los cuatro vientos iban confeccionándolos. A modo de biombos, emplean piel de venado, papel de amate y tinturas misteriosas. Con probable ideogramas desde épocas inmemoriales llevan ahí el registro de cosmogonías, preceptos, linajes, epopeyas y “cuentas del destino” o tonalpohualli.

       El conquistador Bernal Díaz del Castillo participa lleno de asombro que “hallamos […] libros de su papel, cogidos a dobleces”. Los elaboran “de […] figuras” –complementa Toribio de Benavente–, “que esta era su escritura, a causa de no tener letras”. Pedro Mártir de Anglería dilucida: “Con agradable arte […] consignan […] leyes […] ceremonias, notas astronómicas […] cómputos […] métodos y tiempos de siembra”.

       Apenas 16 escapan a lo que Francisco de Burgoa designa “furor santo” contra tales “lienzos de pinturas” vistos “como espíritus de tinieblas”. Joseph de Acosta lo resume en “celo necio” que estraga “a carga cerrada”. Se desata esto –tercia Fernando de Alva Ixtilxóchitl—“por orden de los primeros religiosos”, que hacen luego a los conquistados reescribirlos, con el propósito de mejor adoctrinarlos y someterlos.

REDUNDANCIAS

Yapur Sherife echa la audacia por delante. Si información es dar forma a los datos provenientes del entorno para conducir nuestras acciones, él decide estructurarlos de manera inédita. En consecuencia, toma las pautas rectoras del Renacimiento, trasciende el umbral helénico-latino, aventura gran salto y con ellas se adentra en la antigüedad de Mesoamérica.

       Reflejo de trayectorias por diversas corrientes que durante años previos entrelazan talento, estudio y disciplina, al efecto privilegia el conocimiento profundo. Jorge así incursiona en horizontes del México originario. Sus propias raíces le aconsejan centrarse en la Huasteca, donde “la gente que primero vino” entra por el río Pánuco “a buscar el paraíso terrenal”, denominado Tamoanchan, según recogen antiguas crónicas.

       Del proceso resulta el huastequismo, propuesta estética sin parangón que la genialidad de Yapur Sherife aporta. Cual alquimista en paciente vigilia, la fragua con secretas fórmulas a partir de los principios estéticos de la milenaria Cuextlan, alejado de meras réplicas y redundancias folclóricas. Se trata –postula—de “un estilo […] diferente a los originados en Europa […] todavía […] estereotipo […] para muchos artistas”.

MAESTRO

Con intrínseca vitalidad, el huastequismo prodiga despliegues cualitativos. Va del pincel al relieve y también fructifica en la escultura. Diferentes tendencias de análoga matriz prehispánica, en simbiosis, dejan ver tratamientos capaces de imprimirle coherencia, potenciándola a orillas de la laguna del Chairel –que en huasteco significa viento del norte–, morada tampiqueña del esteta.

       Los Códices enmarcan una de las etapas y rememoran aquellas hojas “cogidas a dobleces”. Aunque separados entre sí, los formatos acaso propicien la intimidad del trazo. Sobrios además, imaginan con rigor la majestuosidad de flora y fauna pretéritas. En lúdica armonía integran asimismo la presencia humana, insinuándola primigenia. Componen de esta suerte escenas de libre simbolismo, cuyos protagonistas centrales transmiten orgullo de etnia y parecen ora seres animados, ora esculpidos.

       Al correr la cuenta regresiva del siglo XX nace la propuesta artística aquí reseñada. En sorprendente paralelo cobra auge el interés por la cultura huasteca. Respecto de ella, lo expresan antologías de textos arqueológicos y de relatos en idioma autóctono, auge del huapango, artículos periodísticos, concursos de literatura con temática regional, diccionarios bilingües, etcétera. Rematan los festivales alusivos. El de Xilotepec de Juárez, Puebla, rinde en 2001 homenaje a Jorge Yapur Sherife, recordado maestro.

Arriba: Jorge Yapur Sherife, Códice III.

En medio: Jorge Yapur Sherife, autorretrato.

Abajo: Jorge Yapur Sherife, Códice IV.